Fluidez es el estado de gratificación en el que entramos cuando nos sentimos totalmente involucrados en lo que estamos haciendo. Así lo define su creador, un científico de las ciencias sociales llamado Mihaly Csikszentmihalyi.
¿Cuándo se detiene el tiempo para ti? ¿Cómo logras irte a las profundidades de tu ser? Para unos es la contemplación de una obra de arte, una pintura o el deleite de una pieza musical, para otros jugar un partido de futbol o de ajedrez o de dominó. La lectura de un libro apasionante puede muy bien producir el efecto de la fluidez. La inmersión es total. Cero distracciones. Pasa el tiempo y ni cuenta te das.
Te propongo un ejercicio: escoge una tarea de tu trabajo y al hacerla concéntrate detenidamente buscando la perfección al realizarla. Evita cualquier distracción. Puede durar unos minutos o una hora de concentración continua, sin parpadear. Al finalizar analiza tus sentimientos, qué fue lo que sucedió y cómo te sentiste. Es deseable que no hayas sentido cómo pasa el tiempo y tú tengas la sensación de haber logrado aplicar al máximo tus talentos y tu energía.
Otro ejercicio: asiste a un museo y busca una obra maestra, dedícale varios minutos de perfecta concentración tratando de penetrar la obra, disfrutándola intensamente. Puedes hacer lo mismo con la lectura de tu libro favorito. Si logras el éxtasis de disfrutar plenamente sentirás que fluyes con naturalidad y no sentirás el paso del tiempo.
En nuestra época se está recurriendo a fórmulas rápidas para conseguir la felicidad y lo que sucede es que esos placeres fáciles no son profundos, son placeres efímeros: la televisión, las drogas, las compras frecuentes, el sexo sin amor, los deportes por televisión, los helados, los chocolates y todo lo que altera los sentidos.
Lo que nos propone Mihaly es optar por la vida plena a través de la búsqueda de gratificaciones, haciendo a un lado los placeres rápidos y fáciles.
El placer es una fuente poderosa de motivación, pero no produce ningún cambio. Es una fuerza conservadora que nos hace desear satisfacer las necesidades que se experimentan para conseguir bienestar y relajación. Por el contrario, la gratificación no siempre es placentera y a veces puede resultar sumamente estresante, ejemplo: un gimnasta que practica ejercicios con un creciente grado de dificultad, conforme los realiza se concentra profundamente y al final obtiene un nivel de satisfacción que no puede brindarle ningún placer momentáneo. Nada se compara a la gratificación que se logra fluyendo con las actividades desafiantes.
Al experimentar un estado de flujo debemos asegurarnos de haber establecido el equilibrio entre nuestra capacidad y las dificultades de la tarea por realizar. Debemos evitar la frustración que surge cuando las dificultades superan a nuestra capacidad. En el lado opuesto, debemos asegurar que el grado de dificultad sea un poco elevado para sentir el reto que significa un cierto desafío a nuestras capacidades, si nos resulta demasiado fácil no despertará nuestro entusiasmo.
Otro ejercicio: cuando tengas una plática con alguien que aprecias, escúchalo con la máxima atención, hazle preguntas y concéntrate en lo que dice, procura identificar el ¿por qué de lo que dice?, ¿cuándo fue?, ¿cómo sucedió?
Cuanto más experimentemos la fluidez que genera la gratificación, menos deprimidos estaremos. Debemos esforzarnos por encontrar más gratificaciones, al tiempo de moderar la búsqueda de placeres instantáneos.
Fluidez es un estado de ensimismamiento y nos hace correr un riesgo, aislarnos del mundo que nos rodea y recibir reclamos por no prestar atención a nuestra pareja, a nuestros hijos o a nuestros compañeros de trabajo.
Te invito a aplicar LA FLUIDEZ y gozar de momentos intensos de felicidad.